miércoles, 24 de septiembre de 2014

Saga The raid

The raid: Redemption (2011)

The raid 2: Berandal (2014)

La saga The Raid ha sido, posiblemente, de lo más comentado del cine de artes marciales y acción de los últimos años. La primera cinta, estrenada en 2011 fue un auténtico sleeper, un éxito surgido de la nada, y que en base a su exhibición por diversos festivales y su estreno en varios países, ha conseguido una posición de cinta de culto. gracias a un ritmo altísimo, una puesta en escena y montaje brillantes que permitían seguir la acción, cada vez más loca, por lo que el hype cuando se supo que estaba en preparación una continuación fue absoluto.

Como digo, la primera cinta tiene un status de cinta de culto, aunque por ejemplo, en España se editó directamente (y sólamente) en formato DVD, bajo el título de Redada Asesina(WTF!) (no sólo no se exhibió en cines, sino que tampoco se editó en formato Blu Ray, a pesar de que Sony tiene el disco hecho, puesto que la edición USA es Region Free y contiene audio y subtírulos en castellano... En fin, cosas de la distribución en este nuestro país), y ha ido aumentando entre los amantes del cine de artes marciales y acción.

The raid se rodó en 2011, y fue escrita,dirigida y montada por el galés Gareth Evans y protagonizada por Uko Uwais, en la que nos cuentan la historia de un grupo de élite de la policía de Yakarta, que se introduce en un edificio par atrapar a un peligroso gangster, y en la que, obivamente, algo sale mal, son descubiertos y perseguidos por todo el edificio por parte de los habitantes del bloque, que son matones a sueldo del gangster Tama Riyadi. La cinta sigue un esquema muy sencillo pero efectivo, estilo videojuego, donde cada planta del edificio es una fase que los protagonistas tienen que superar, hasta llegar a la ensalada de ostias definitiva contra el jefe final.

Ahora bien, lo que a priori pudiera no despertar ningún interés, se convirtió en uno de los divertimentos más frenéticos del cine de acción vistos en los últimos años. La cinta apenas dura 100 minutos, y dentro de un ritmo infernal que no decae nunca, nos presenta en 10 minutos al protagonista, nos dibuja su situación personal en pocos planos y un par de líneas de diálogo y se lanza directamente a la operación policial, donde en pocos planos nos presentan al grupo SWAT (que básicamente, y salvo dos miembros, les huele la cabeza a pólvora desde el primer plano) y de ahí hasta el final es un sin fin de secuencias de acción y lucha cada vez más locas. Esa sensación de diversión, de no tomarse en serio a sí misma, de querer sólo entretener en una peli hecha por y para fans de este tipo de cine la convierte en un divertimento totalmente disfrutable si se sabe lo que se va a ver: una especie de videojuego, ultraviolento pero muy estilizado, que es imposible no acercarse a ella si no es en un tono de sano cachondeo, esperando ver la siguiente pelea o que la próxima muerte sea más sangrienta y cachonda (cuando la visioné por primera vez era como jugar al Mortal Kombat, donde descubrir y conseguir cada Fatality era algo cuasi orgásmico).

Uno de los aspectos más destacables de la cinta es la dirección, planificación, puesta en escena y montaje, todas estas labores a cargo de Gareth Evans (aunque las luchas están coreografiadas por varias especialistas, incluído Uko Uwais). No sólo la acción es espectacular, sino que se sigue perfectamente, gracias al montaje, que deja respirar las peleas, y a la puesta en escena, que juega con planos más largos que los acostumbrados en el cine de acción occidental (que también suele pecar de otro problema: el montaje vdeoclipero, y así no hay quien se entere o siga las secuencias de acción) y Evans sorprende con algunos planos muy imaginativos. Es un tipo que sabe lo que quiere, y sabe cómo plasmarlo en imágenes. Hay que tenerle muy en cuenta para el futuro.

En la cinta destacan 3 actores por encima de todos: Uko Uwais, que interpreta al héroe (Rama), un personaje muy arquetípico: un policía íntegro, honesto, que cree en su cometido. Dicho así, es algo muy pobre, aunque es verdad que este tipo de cintas no requiere de más: con que te identifiques con él, suficiente. Sus habilidades para causar dolor, muerte y destrucción (aunque sea en pos del bien y la justicia... Juas!) hacen el resto.



Yayan Ruhian, que interpreta a Mad Dog, uno de los lugartenientes del gangster Tama es un auténtico badass, un tipo que apenas habla pero mata a cualquiera que se le ponga por delante sólo con mirarle. Es el contrapunto perfecto al personaje de Rama, y además juega a su favor la fisicidad del personaje: es un actor bajito, más que los otros protagonistas, y el simple hecho de ver alguien más bajo puede hacer pensar que no es capaz de matar y moverse como lo hace, por lo que el contraste es aún mayor. Es un papel que vale para lo que vale, pero si el actor se lo curra, a nada que tenga un poco de presencia (como es el caso aquí) se hace con la película. Y es el que el personaje de Mad Dog se lleva la película de calle (algo similar a lo que ocurría con el personaje de Boris en Snatch (ídem, 2000, Guy Ritchie): alguien indestructible pero dibujado de forma tan cachonda que te gana.




Y por último destacar a Joe Tasim como Jaka, uno de los compañeros de Rama, muy carismático por su presencia en pantalla, y que tiene sus 10 minutillos de gloria en una secuencia en la que se juega las lentejas contra Mad Dog en uno de los apartamentos.



La cinta se guarda un par de sorpresas en la forma del personaje de Andi, uno de los dos lugartenientes de Riyadi (el otro es Mad Dog), que resulta ser el hermano de Rama y con el personaje del Teniente Wahyu, interpretado por Pierre Gruno, que resulta ser un policía corrupto y que monta en secreto toda la operación para deshacerse del personaje de Riyadi. Estos dos elementos intentan dar un punto más de profundidad a la historia, que no sea un simple videojuego. Es verdad que no son los giros de guión más originales del mundo, pero como digo, para lo que requiere la historia y sus intenciones, son más que suficientes.

Como digo, The raid es un perfecto divertimento, al que te tienes que acercar sabiendo lo que vas a ver. Sencillamente 100 minutos de pura adrenalina y sano cachondeo, que es imposible tomarse en serio, y como tal, es plenamente disfrutable.

Una muy agradable sorpresa. Una joyita a descubrir...

Y en este 2014 hemos tenido su secuela, que en España, al menos de momento, sólo hemos podido ver en un único pase en el Festival Nocturna de Madrid, como cinta de clausura.  

¿Y qué es lo que tenemos de nuevo? Pues varias cosas a tener en cuenta, pero básicamente es

Bigger, louder, longer...

O cómo ser presa de tu propia fama...


La cinta es una secuela directa de The raid. Y cuando digo directa, me refiero a que empieza justo donde acaba la primera parte. En ella, tras los acontecimientos de la primera parte, Rama es convencido para ir en una misión como infiltrado, con tal de desenmascarar a los auténticos jefes del crimen en Yakarta y de paso, dejar al descubierto todo el entramado corrupto de la policía y los políticos locales. Para ello, deberá empezar de cero, haciéndose pasar por un don nadie que acaba en la cárcel por dar una paliza al hijo de un político local corrupto, y ya desde la cárcel, ganarse la confianza del hijo de uno de los líderes del crimen para ir ascendiendo en su organización, ganándose su confianza y poder llevar a buen puerto su investigación.

Como se puede ver tras esta sinopsis, la cinta ensancha su geografía, y deja de ser una historia encerrada en un único espacio (el edificio de la primera parte) para abrirse a la ciudad de Yakarta e intentar cambiar (en parte) de registro hacia el thriller policíaco. Este es uno de los puntos fuertes de la cinta: su intento de aportar algo más a los personajes y la historia, no ser simplemente máquinas de matar, ya sea con sus manos, piernas o armas de cualquier tipo, e ir avanzando planta por planta, como si fuera un videojuego, hasta llegar al jefe de la última pantalla (vivan los 80). Aquí, como digo, se intenta tejer una historia alrededor de los bajos fondos de Yakarta, y de sus luchas de poder entre las diferentes familias que lo controlan: la familia local, los japoneses y un misterio tipo, mitad árabe-mitad indonesio, mientras Rama (o Yuda, como es conocido cuando entra a formar parte de ese submundo) tiene que abrirse paso desde su soledad, para recabar pruebas que le permitan terminar su trabajo, regresar con su familia (que a raíz de la acción de Rama en la primera parte, están en peligro de muerte) y vengar a su hermano, ajusticiado en la primera secuencia de la película.

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Pero la cinta tiene dos problemas: su intento de ir más allá de la primera parte y su nivel de violencia. Paso a explicar el por qué según mi opinión.

A-) Como he dicho, la cinta trata de ir más allá del concepto de la primera parte, pero a la vez, sus responsables son conscientes de lo que les ha hecho reconocidos en todo el mundo en la anterior película, que son las luchas y sus coreografías. Por ello, dentro del esquema de thriller policíaco que le imprimen a esta The raid 2, intercalan escenas de peleas y luchas, cada cual más hiperbólica. Su intento de que ni el thriller ni las peleas predominen uno sobre el otro, hace que la duración se vaya a unos desmesurados 150 minutos, al contrario que los ajustados 100 minutos de la anterior. Es verdad que las peleas sirven para avanzar la historia, no como simple lucimiento visual, pero en mi opinión, hace que la cinta se resienta en ese aspecto. No es que sea una cinta aburrida, pero hay un momento hacia el final, con una secuencia de pelea en una cocina, que se hace larga y llega a ser hasta algo pesada (tenía ganas de que acabara ya, bien con la muerte de uno de los personajes implicados, o del otro... pero que acabara ya). En ese sentido, me parece que la cinta no está bien compensada, y algo menos de peleas (con el consiguiente aligeramiento de la duración de la cinta) le hubiera venido muy bien a la película.

B-) La violencia... Uno de los platos fuertes de the raid era su violencia, y cómo la presentaba visualmente al espectador. Y en The raid 2, siguiendo ese concepto tan hollywoodiense para las secuelas con el que abría mi crítica, lo llevan hasta el extremo. El nivel de violencia llega a momentos que son, en mi opinión, de nivel gore. No sólo están los puñetazos y patadas de todos los tipos, formas, colores y sabores, es que tenemos a personajes acribillados a balazos (y digo acribillados porque vacían el cargador enterito) a pocos centímetros del personaje, un tipo acaba con la mitad de su cabeza completamente abrasada en una plancha de cocina, la voladura de la cara de un personaje con una escopeta a pocos centímetros, apuñalamientos con botellas rotas en cualquier parte imaginable del cuerpo, cuerpos machacados a martillazos, cuerpos literalmente abiertos con martillos de carpintero, cabezas literalmente machacadas con bates de béisbol (y a pelotazos de béisbol)...


en fin, una colección de cómo puede morir un ser humano, a cada cual más gore y totalmente explícito. Es verdad que en este aspecto, está todo tan pasado de rosca que obviamente no puedes tomártelo en serio, pero creo que es preocupante llegar a ciertos niveles de violencia extrema, visualmente tan explícita llega a cansar porque realmente no es necesario. Llegas a tener la sensación que, llegado un momento, los responsables de la cinta incluyen ciertas cosas o por simple flipamiento o parece que alguien hubiera dicho: 

- Eh Gareth!, No hay huevos a mostrar esto en pantalla...

- Cómo que no! Ahora mismo lo escribo, planifico y les digo a los chavales de F/X que me vayan preparando unas cuantas prótesis. Verás que risas!

Y ver las reacciones de una gran parte del público ante ciertas secuencias o muertes es como para que un gabinete de sociólogos y psicólogos tengan curro para una larga temporada. No es que sea mojigato, precisamente, pero está todo tan over the top, que hay momentos que, de verdad, no es necesario. Autocontrol. Ese concepto que a veces se olvida a la hora de realizar cintas de acción.

Pero ojo, que no todo es malo. Ni mucho menos. El acabado técnico y visual de la cinta es cojonudo. Se nota que han contado con (muchos) más medios que en la primera parte, y Gareth Evans se muestra con un tipo muy imaginativo a la hora de planificar y la puesta en escena, y hay cierto gusto a la hora de realizar ciertos encuadres. Las coreografías son espectaculares y están rodadas como los ángeles, con planos más o menos largos, mucha steady para seguir a los personajes y que el espectador pueda ver una peleas y que sepa qué está ocurriendo en cada momento. Evans es un tipo muy capaz para la acción y la lucha, y sería una pena que se encasillara de mala manera, desperdiciando, en mi opinión, un potencial tremendo.

En resumidas cuentas, un desmesurado juguete, muy bueno en lo visual, con ganas de expandir el universo de la primera parte, pero que se queda lejos de ser El padrino del cine de acción, como la calificaban en alguna web extranjera, en parte por no querer perder la esencia de lo que hizo famosa The raid, y que cae en el viejo error del bigger, louder, longer.

No es una decepción total, porque tiene cosas dignas para rascar (el trabajo visual de Evans), pero o sigues el esquema del divertimento sin complejos ni pretensiones de la primera o cambias radicalmente y al 100% de registro, para no quedarse en tierra de nadie.



En definitiva, una saga cuando menos curiosa, con muchos detalles a nivel formal, de planificación y puesta en escena a tener en cuenta, y con una primera parte divertidísima, en la que lo ajustado de su duración hace que la ingente cantidad de peleas no llega a cansar, cosa que ocurre con su segunda parte.





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