jueves, 17 de diciembre de 2015

Misión: Imposible. Nación Secreta (Mission: Impossible. Rogue Nation, Christopher McQuarrie, 2015)



Tom Crusie es un tipo listo. Lleva en la industria más de tres décadas y sabe cómo funciona, y cómo debe funcionar lo que sabe que tiene éxito. Eso, y que es un profesional como la copa de un pino. ¿Actor limitado? Puede, y lo sabe y tira de carisma (como Harrison Ford, por ejemplo) pero en manos de alguien bueno (por ejemplo, Paul Thomas Anderson, Spielberg, Kubrick o Stone) ha demostrado de lo que es capaz. El problema es que tiene tal status en la industria, que muy pocos, pero muy pocos son los que saben que le pueden "dirigir".

El caso es que la franquicia de Mission: Impossible es SU franquicia. Básicamente, es la que garantiza el pan a sus hijos (por así decirlo), y teniendo en cuenta esto, y que es el productor de la saga, siempre se lo ha tomado con el mayor de los profesionalismos. Es consciente que con esto no va a ganar ningún premio, pero también sabe de qué va Mission: Impossible y lo que la gente espera de una película de este tipo, y lo ofrece. 

y las audiencias en todo el mundo pagamos religiosamente la entrada para ver una nueva película de esta serie.

¿Por qué? Porque sencillamente son películas súperentretenidas, que ofrecen emoción, aventuras, viajes y localizaciones por todo el mundo y fantasmadas que no parecen fantasmadas. Además, se aprecia una cierta evolución en la saga que demuestra lo listo que es Cruise.

Mission: Impossible, como digo, es su saga, y las tres primeras películas lo demostraban, ya que el personajede Cruise, Hunt, era el auténtico protagonista. Nada de grupo. es verdad que había algunos agentes que le ayudaban, pero era totalmente secundarios. Hunt ERA el alma de Mission: Impossible, algo lógico ya que hasta 2006, aproximadamente, y coincidiendo con el estreno de la tercera película, Cruise era la superestrella de Hollywood. A partir de ese año, comenzó un cierto declive del status de Cruise, debido sobre todo a su vida privada y relacionada con la Cienciología y ciertas decisiones que tomó a nivel de su carrera. Esa travesía por el desierto ha seguido hasta este año, más o menos, a pesar de títulos tan disfrutables (y a la larga han sido económicamente rentables, aunque no megaéxitos, como Al filo del mañana - Edge of Tomorrow, Doug Liman, 2014), donde ya se empezaba a vislumbrar como tónica algo que ya comenzó dos años antes, en 2011, con Mission: Impossible. Ghost Protocol, estupenda cinta de aventuras dirigida por Brad Baird, y donde se ve que el personaje de Hunt se apoya más en el equipo... Bueno, Hunt es el protagonista, pero el resto de miembros están prácticamente a su misma altura, y el Cruise actor y su personaje se apoyan en ellos y dejan que tengan sus momentos de "gloria".

Y en estas llegamos a este 2015 con Mission: Impossible. Rogue Nation, dirigida por su amigo Cristopher McQuarrie, que ya le dirigió en Jack Reacher (idem, 2012), un thriller seco y duro, muy setentero, y muy entretenida, y que se ha encargado de varias reescrituras de varios títulos de Cruise y que tiene un Oscar al Mejor Guión por Sospechosos Habituales (The Usual Suspects, Brian Synger, 1995), y en una vuelta de tuerca, nos encontramos con la más jamesbondiana de las aventuras de Ethan Hunt. 
Sí, hay 2cosas imposibles", pero se reducen a la intro y a la entrada en el superordenador bajo el agua. el resto, una persecución con coches y motos que no envidiarían el mismo James Bond o Jason Bourne y una pelea en la Ópera de Viena diga del mejor 007. Y luego tenemos un viaje por todo el mundo para cazar a un espía británico que se ha vuelto fuera de control, una espía que juega a la doble y triple identidad y mucha, mucha emoción.

McQuarrie adopta un perfil bajo, sabiendo que el director no es la pieza más importante del engranaje, y ofrece un trabajo serio, solvente y profesional. Espectacular cuando debe, con alguna pirueta visual. Es verdad que el guión tiene algunos detalles un poco "porque sí", pero vamos, qué cinta de Mission: Impossible no los tiene... Y además, ¿Qué más da? Sí aquí lo importante es que los espectadores nos lo pasemos pipa y no nos tomen por tontos.

Y lo han vuelto a conseguir.

A disfrutar. 

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