martes, 27 de enero de 2015

Birdman (Alejandro G. Iñarritu, 2014)




Algo ha cambiado en Alejandro G. Iñárritu, puede que sólo de forma temporal, o quizás sea permanente, pero algo ha cambiado con esta cinta, donde deja a un lado los dramas extremos (quizás demasiado extremos) de Amores perros, 21 gramos, Babel o Biutiful por la comedia (negra) y el realismo mágico en esta cinta que, desde ya, opino que tiene mucho mejor envoltorio que contenido, aunque el contenido no sea despreciable, en absoluto, pues tiene muchas cosas interesantes.

Para empezar, Birdman es una carta de amor hacia los actores y su trabajo, y quizás por eso, y sólo por eso, tenga más reconocimiento a nivel de premios del que debiera, o al menos más sobre otras cintas superiores en cuanto a forma y fondo. No hay que olvidar que los actores son el grupo más numeroso de esta industria, y que como bien representa la cinta, su ego es demasiado grande, y este regalo que les hace Iñárritu se lo van a agradecer siempre.

Como digo, Birdman es una disección de la profesión de actor, de sus inquietudes y miedos, de sus excentricidades y una crítica a la industria como concepto en sí: si no eres trending topic, si no estás en facebook, si no hablan de ti millones de personas, no eres nadie, y eso es un golpe duro para una profesión que es, básicamente, ego. La película utiliza las vicisitudes que ocurren durante los ensayos de una obra de teatro para presentarnos un grupo de actores, que en el fondo son la representación más o menos cómica, de ciertos estereotipos: la gran estrella venida a menos que intenta ganar prestigio con una obra de teatro, el actor de método, la actriz insegura, el agente mentiroso y cabrón, la hija ex-yonki de la gran estrella, etc... Uno de los aciertos de la película, aparte de su acabado formal (del que luego hablaré), es su casting, perfecto, donde sobresalen por encima del resto Michael Keaton, Edward Norton y Emma Stone. Aquí tengo que hacer algunas puntualizaciones:

1.- Zack Galifanakis, Naomi Watts, Amy Ryan y Andrea Riseborough están estupendos, que conste en acta, pero sus papeles tienen menos chicha que el trío principal.

2.- Michael Keaton está muy bien porque hace de sí mismo. Es decir, de antigua estrella de cine venida a menos por sus limitaciones técnicas. Y Keaton es así. Carismático pero no es el mejor actor del mundo (de hecho, Norton y Stone se zampan la peli ellos solitos... Menudo año se ha cascado Norton con El gran hotel Budapest y Birdman). Él es consciente y entra en el juego, lo que le honra y demuestra su sentido del humor sobre sí mismo.

3.- Como he dicho en el punto anterior, Stone y Norton se comen la película, algo más Norton, que está. directamente, sublime. Es la versión mágica del Kirk Lazarus de Robert Downey Jr en Tropic Thunder, la crítica al actor del método, al capullo que se cree mejor que todos y que llega hasta extremos burdos para representar su papel. También es otro ejercicio de autoconsciencia por parte de Norton, cuya fama de difícil le ha generado muchos problemas, a pesar de su enorme talento.
Stone tiene el papel más discursvo, y por tanto, en parte más difícil, ya que era fácil caer en la sobreactuación, pero sale muy indemne de ello (ver al respecto la secuencia donde abronca a su padre).

El otro punto fuerte de la película es su puesta en escena, su acabdo visual, su fotografía, y aquí sólo cabe levantarse y aplaudir a Emmanuel Lubezki, que a hecho méritos para llevarse todos los premios de fotografía este año con su falso plano secuencia para toda la película. Hay cierta discusión acerca de la conveniencia o no, a nivel narrativo, del uso de esta herramienta, y yo creo que es muy acertado. Consigue que el espectador sienta que está en una obra de teatro, como los protagonistas, y a la vez, hace posible ese tono de realismo mágico, con esas transiciones imposibles. En ese sentido, las secuencias de Times Square y el vuelo de Birdman que acaba con la llegada del taxi son las máximas expresiones de ese apabullamiento técnico y formal y de ese realismo mágico.

Por contra, como dije al principio de mi comentario, la película creo que adolece de una falta de sustancia en cuanto al texto. La veo como una simple carta de amor a la profesión de actor, Nada más. Con un envoltorio apabullante, eso sí, pero con muy poco que rascar a nivel de texto. Y muy discursiva, quizás en exceso, en su tercio final, como la mencionada bronca de Sam a Riggan, o la discusión entre Riggan y la crítica, que en mi opinión es un poco burda como defensa del trabajo actoral y muy de brocha gorda respecto al trabajo del crítico.

No obstante, y a pesar de no ser una cinta perfecta, me parece una película muy recomendable.

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