martes, 30 de diciembre de 2014

El Hobbit. La batalla de los Cinco Ejércitos (The Hobbit. The battle of the Five Armies, Peter Jackson, 2014)




Hasta la vista, mi querido Frodo.

A más ver, Tierra-Media.

Fue (muy) bonito mientras duró, pero todo tiene un final, y ese ritual de pasar unas Navidades con nuevas aventuras en la Tierra-Media ha llegado a su fin. Y con esa sensación agridulce de haber disfrutado como muy pocas (o ninguna) veces pero saber que se acaba, y quizás no vaya a ver más, escribo mis impresiones sobre La batalla de los Cinco Ejércitos.

Sensación agridulce porque además de ser la última (por ahora, y mientras Christopher Tolkien siga vivo) parte de la trilogía de El hobbit (y de cualquier relato relacionado con la Tierra-Media), es la que más insatisfactoria me ha parecido... A falta de ver la futura versión extendida, que creo que puede sentar de maravilla, como ya ocurrió a La desolación de Smaug.

¿Y por qué? Pues por algo que nace en la base de este proyecto, y que en algún momento tomó la dirección equivocada, aunque creo que con las mejores de las intenciones. Y ese "error", y lo entrecomillo, porque falta, repito, por ver el verdadero montaje de esta Batalla de los Cinco Ejércitos, es la decisión, con Un viaje inesperado a pocos meses de su estreno, de hacer una trilogía en vez de las dos películas inicialmente previstas, que creo que era la mejor de las decisiones. Y debido a esa decisión, tenemos un desajuste en el ritmo y narración que afecta sobremanera a esta película, que básicamente es un cacho del libro convertido en una peli de casi 150 minutos con un montón de (lógico) relleno.

Es decir, lo que creo que ha pesado más por el lado negativo de este mega-proyecto ha sido que no teníamos la sensación de estar viendo películas basadas en algo con un principio-desarrollo-final, sino en trozos de una unidad, lo que tiene muchos problemas a la hora de identificarse y vivir estas películas como espectador. El Hobbit, la novela, no es más que un cuento cuasi infantil, muy aventurero y muy ligero, sin conexión alguna con El Señor de los Anillos cuando Tolkien se puso manos a la obra, y que luego utilizando el Anillo Único que encuentra Frodo y algún que otro personaje y sobre todo la mitología de la Tierra-Media, se cascó esa pedazo de obra que es la trilogía anillera. En El Hobbit, todo pasa muy deprisa, no tiene esa gravedad, y la idea de Jackson fue utilizar la adaptación de El Hobbit como nexo de unión con El Señor de los Anillos utilizando los Apéndices, y así crear un todo, una saga de 6 películas.

¿El problema? Creo que a Jackson se le ha ido de las manos, o con los problemas que ha tenido este proyecto desde su pre-producción y el hacerse cargo de él casi a última hora han pesado para mal a la hora de ciertas decisiones.

Lo peor de esta película es la sensación de, por un lado, estar incompleta (gracias a unos tajos a la hora de montar la cinta absolutamente demenciales), y por otro lado, no tener ese poso de grandiosidad y/o epicidad como capítulo final, ese que se presupone apoteosico, pero a la vez lo suficientemente íntimo como colofón, cierre y unión con El Señor de los Anillos.

Y en estos problemas, hay varios causantes.

Los primeros son, el guión y el montaje, a partes iguales. El guión porque no tiene una estructura bien definida, saltando de un lado a otro, pero sin tomarse su tiempo para explorar las acciones y consecuencias de los personajes. El montaje porque está totalmente descompensado, dando peso a personajes que debían haber sido eliminados o reducidos en la sala de montaje (ese Alfrid...) o pasando de otros completamente (no sabemos qué ocurre con Bardo y su familia, la montaña, el tesoro; el Concilio Blanco apareciendo porque sí en Dol Guldur pegándose con los Nazgul; unos cortes en la Batalla de los Cinco Ejércitos brutales... ¿Beorn?), quedando una cinta muy descompensada a nivel dramático. No consigues empatizar ni querer a los personajes... Vamos, que te da igual lo que pase, pero que pase algo y se acabe.

Jackson está muy con el piloto automático, y se le nota ya algo hastiado del mundo de Tolkien. Le va a venir de maravilla distanciarse y poder centrarse en las historias pequeñas neozelandesas que quiere contar (pero por favor, que se ponga con Tintín 2 a la de ya). Hay destellos de genialidad, como la conversación entre Thorin y Bilbo sobre la bellota, el hogar y los recuerdos que le traería, por ejemplo, pero hay mucha planificación loca, muy jacksoniana cuando está desatado. Esto en King Kong, por ejemplo, le sentaba de maravilla a la cinta: todo estaba tan hiperbolizado que era lo coherente, pero ni rastro de la planificación y montaje que vimos, sobre todo, en La Comunidad del Anillo y Las Dos Torres, por ejemplo.

Además, otro de los problemas graves de la película es que no hay ni rastro de épica y emoción en el relato, lo cual, siendo, en teoría, el desenlace de la historia, es un problema muy serio. Creo que esto está muy relacionado con los problemas que antes he mencionado, ya que si ya desde el guión no consigues empatía ni interés por los personajes (y es una pena, porque los enanos, sobre todo Thorin, daban mucho más juego), lógicamente no puedes darle ese necesario tono que requiere la historia.

Todo esto me produce mucha rabia, no sólo porque me encanta todo lo relacionado con la Tierra-Media, ni porque considero la trilogía de El Señor de los Anillos un Top del cine, sino también porque en este pequeño desastre que ha perpetrado Jackson en esta última película, se adivinan pinceladas de ese cine que nos conquistó hace más de 10 años con la trilogía anillera y que tiene en gran parte tanto Un viaje inesperado como La desolación de Smaug, que me parecen cintas de aventuras notables. Y me refiero a esos instantes como la charla de Thorin y Bilbo, el plano de Gandalf y Bilbo o cuando Bilbo regresa a la Comarca.

Sólo espero que la futura versión extendida al menos matice los errores graves que tiene esta película, que podía haber dado mucho más de sí.

No ha sido el mejor cierre, pero espero que esa futura edición extendida me deje con mejor sabor de boca.

Tolkien y el mundo que creó se lo merecen.

Jackson se lo merece.

Nosotros también.



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