martes, 17 de marzo de 2015

Chappie (Neill Blomkamp, 2015)



Neill Blomkamp es la gran esperanza blanca de la ciencia ficción. Su filmografía es corta, sólo 3 títulos, pero demuestra un interés por la ciencia ficción con contenido social que, primero, es algo que se ve muy poco en este tipo de cine hoy en día (o al menos, en la ciencia ficción con vocación más mainstream), y segundo, porque aunque a veces sus cintas no son perfectas, remarcando a veces mucho (y con brocha bastante gorda) el mensaje, al menos sabe cómo hacer que el mensaje cale, bien porque subyace a la historia. como en Distric 9 (el racismo, la segregación racial) o bien porque, directamente, es el motor de la historia, como en Elysium (las desigualdades sociales entre ricos y pobres, la falta de acceso universal a un sistema sanitario de calidad). Con su nuevo film, Chappie, entra en el terreno de la inteligencia artificial, de hasta adonde puede llegar y las consecuencias que pueden tener, sobre todo morales y filosóficas, aunque todo vestido de thriller de acción, como sus dos largometrajes anteriores, y con un sentido visual muy potente (este tipo puede hacer maravillas con la nueva peli sobre alien que la Fox le va a financiar).

Chappie nos cuenta cómo, en 2015, los índices de violencia en Johannesburgo son tan elevados, que para intentar atajarlos, la empresa Tetravaal ha creado unos robots que han conseguido atajar la violencia hasta niveles mínimos. En una misión contra unos ladrones bastante inadaptados (Yo-Landi, Ninja y Amerika), el droide 22 recibe el impacto de una granada y está tan destrozado que el ingeniero jefe y creador de los droides, Deon Wilson (Dev Patel) lo manda para desguazar. Al mismo tiempo, los ladrones consiguieron escapar y ahora están en deuda con un señor del crimen de la ciudad y se ven forzados a planear un robo a gran escala, y para ello deciden secuestran a Wilson para que desactive a los droides y puedan cometer el atraco con más seguridad. 
En esas que Wilson está trabajando en un programa de Inteligencia Artificial, y decide probarlo (en contra de la opinión de la CEO de la empresa, Michelle Bradley -interpretada por Sigourney Weaver-) con el droide 22 antes de que lo destruyan, y es ese momento cuando Ninja, Yo-Landi y Amerika secuestran a Wilson, encontrando al droide 22, y obligándole a que lo reconstruya si no quiere morir Wilson lo hace y le instala el programa de inteligencia artificial, dando como resultado a Chappie, que es como un niño que debe aprender desde lo más básico, pero que lo hace mucho más rápido que un humano, hasta llegar a tener consciencia de su yo, de su propia existencia y de su propio fin. Al principio, la convivencia de Chappie con esos quinquilleros es complicada, porque Ninja no lo acepta y sólo lo ve como un medio para conseguir su fin, pero Yo-Landi se convierte en su madre, estableciéndose una relación madre-hijo que será muy importante al final de la cinta. Además, en la empresa hay un ingeniero rival de Wilson, Vincent Moore (interpretado por Hugh Jackman), que cuenta con un programa alternativo consistente en un robot controlado remotamente por un operador humano, conectado por un casco neuronal al robot y pudiéndolo manejar remotamente, pero al ver cómo su programa es apartado en favor de los droides, empieza a conspirar para que haya un fallo general de éstos y pueda despegar su proyecto.

Como he dicho antes, el cine de Blomkamp ha tirado siempre por la ciencia ficción con mensaje sociopolítico, y en Chappie se atreve con el empleo de droides para la segurirdad ciudadana y el desarrollo de la inteligencia artificial, hasta donde puede llegar y los condicionantes morales y filosóficos que conlleva dar ese paso. Es verdad que Blomkamp viste toda su obra de thriller de acción, y dentro de esas vestiduras, encaja (a veces mejor, a veces peor) su mensaje. Chappie tiene mucho de referencia y homenaje a varias películas, especialmente ochenteras como Cortocircuito (Short circuit, John Badham, 1986) o Robocop (Paul Verhoeven, 1987), muy evidentes en la evolución psicológica de Chappie o en el enemigo final de éste. el Alce o el concepto de tener robots como fuerza de seguridad. Lo que no sé es por qué Blomkamp ha ido dejando que sus ideas o mensajes sociales hayan ido dejando su lugar en el subtexto para ocupar directamente el texto. A lo mejor ha estado mal aconsejado, a lo mejor por presiones de Sony, pero es verdad que tanto en Elysium como en Chappie articula la historia entorno a un protagonista, mejor o peor dibujado (creo que mejor en el caso de Chappie) pero acompañado de coprotagonistas o villanos muy simples en cuanto a su concepción, pero que es verdad que están al servicio de la historia, en tanto que sirven como motor para ciertas decisiones que tomarán los protagonistas en algún momento de la película, definiendo la psicología del personaje.
Creo que Blomkamp, en esta cinta, ha tenido cierto miedo a desarrollar todos los conceptos que esboza a lo largo de la película, como el personaje de Deon Wilson, el Creador o Dios de (y para)  Chappie, que da mucho más juego del que tiene, aunque es verdad que en los últimos 15 minutos, Blomkamp lanza varias ideas que dan para mucho debate, sobre todo la idea de la creación (Chappie) poniéndose por encima de su creador (Wilson), al que salva (y a él mismo) transportando su consciencia con método de su propio descubrimiento. Es como si el Hombre llegara a conocer a Dios, y llegado un cierto momento, lo superara y se pusiera por encima, tanto a nivel intelectual como moral. Pero como digo, parece que Blomkamp tiene miedo de desarrollar plenamente esas ideas, y tira más por la vertiente del actioner, en ver de una cinta de ciencia ficción dura (como hizo Nolan en Interstellar, por ejemplo). No es una mala opción per se, y de hecho me gusta que le de ese enfoque, pero quizás debería pulir aún más el guión y no tener miedo de lanzarse a otro tipo de propuesta en cuanto al género o si necesita de 3 horas (por poner un ejemplo), que no se corte y lo exponga todo.

Debido a esto, Blomkamp (como co-guionista) no se preocupa de ciertas cosas (como ya ocurría en Elysium), y tiene varios detalles en el guión que están cogidos con pinzas, pero que, por lo menos en mi caso, no afectan a mi interés, puesto que la historia en general, y la garra y energía con la que dirige la historia hace que mantenga mi interés en ella.

Completan el cóctel y muy buen diseño de producción, unos VFX muy, muy resultones y un gran uso del sonido, aunque la BSO de Hans Zimmer no me ha terminado de llenar, quizás porque no es tan narrativa como muchas de sus composiciones.

No es un película perfecta, pero sí una obra muy interesante. 





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